Primer día completo en Kyoto.
Nos levantamos y a desayunar. Desayuno estilo japonés en el ryokan Shimizu..... una y no mas.
Podeis imaginar, mi situación estomacal y encontrarme con una bandeja llena, te, arroz, verduras, pescado, cosas varias sin identificar. Yo, que por las mañanas soy incapaz de meter en mi cuerpo nada más que un tazón de café con leche y una madalena, me encuentro ante eso... mal, muy mal. Además mi cuerpo rechazaba la comida hasta no sacar lo que le sobraba (7º día sin evacuar ^^). Mal. Me tomo el te y las verduritas, que estaban frías (yo necesito algo calentito por las mañanas). Posiblemente, con el cuerpo en condiciones, hubiese probado a disfrutarlo, en esas circunstancias, pues no, la verdad.
Bueno, tras el fracaso del desayuno, y estando a 5 min. de la estación, con varias cafeterias estilo occidental (cafés varios, bollería y tal) decidimos que pasábamos del desayuno estilo japonés, así lo hicimos saber en recepción.
Cogimos el bus nº 205 en la estación para ir a ver, primero, Kinkaku-ji (el templo dorado) y atravesamos Kyoto hasta la otra punta, el tráfico es bastante horroroso, por lo que el viaje es lento, nada que ver con Tokyo lo del transporte. Yo tengo el día cruzado, lo advierto ^^, me siento mal.
Legamos a la parada de Kinkajuji-michi, es muy facil llegar, cruzamos la calle donde nos deja el bus, y subimos por una calle cuesta arriba, siguiendo a los estudiantes en su semana de viaje escolar (en el bus interrogan a Jesús en ingles, pero como no los entiende, lee las frases en la hoja de la encueta y les contesta ¿les valdrá como trabajo escolar eso? jijiji). Pagamos y a ver el templo.
Es precioso, la verdad, el templo está en un lago (no en medio, está bastante cerca de la orilla), y en la orilla de enfrente, hay una explanada con el mirador desde el que se hacen el 90% de las fotos del templo. Estábamos muchísima gente, pero pocos extrangeros, eso me llamó la atención, vimos pocos extrangeros en Kyoto. Grupos de estudiantes, grupos de la tercera edad japonesa, todos pidiendose hacer fotos unos a otros. Como hacía buen tiempo y nada de aire, se reflejaba en el agua, muy bonito. Sigues el camino y lo ves más de cerca, me vicié con fotos de los detalles, es alucinante que a alguien se el ocurra forrar un edificio en oro, y es alucinante verlo.
El jardín también es bonito, pero en Kyoto mismo, hay jardines mucho mejores (el del Ginkaku-ji (templo plateado), sin ir mas lejos. Desde los jardines de Kinkaku-ji se ve estupendamente una de las letras gigantes del Dainmonji, uno de los festivales más importantes de Kyoto, en el que, con fuego, dibujan unas letras gigantes en los montes que lo rodean.
De ahi, nos dirijimos hacia Ryoan-ji. Bueno, dimos un poco de vuelta, y casualmente, encontramos una farmacia... mi oportunidad, a por pastis para mis tripas. Anda, entiendete con una farmaceútica japonesa, sin hablar inglés ninguna de las dos, y cuentale, tal cual, que hace 7 días que no vas al baño..... en fins, os podeis imaginar. Suerte que cuando estás allí y hay necesidad, se pierde la vergüenza ^^. No me sirvió de nada, tras un rato de "charla", salí con un frasco de pastillas, bastante caro por cierto. La chica nos enseñaba el texto en japonés, señalaba una palabra y asentía con la cabeza, "bueno, vale, será esto", salimos a la calle, abro la caja y mientras la voy abriendo, la giro, para mi sorpresa y desgracia, veo que está en ingles y pone, clarísimamente "hemorroides" NOOOOOOO!!!!! ese no es mi problema!!!! eso si, casi me muero de la risa de pura desesperación, en cuanto encuentre a Mary, me voy con ella a una farmacia, a ver si con su inglés, consigo algo.
Continuamos con el turismo, ya resignada a reventar. Según el mapa, estamos cerca, solo hay que atravesar una zona de casitas... jur, hay más calles en calle que en el plano ^^. Nos perdemos, más o menos. Atravesamos la universidad (merece la pena la pérdida, hay un ambiente genial!!) y le preguntamos a una chica, que nos lleva hasta la misma puerta del templo.
Otro bonito lugar, lástima que estaban dragando el lago para limpiarlo (cosa totalmente necesaria, por otra parte), pero bueno, vimos el jardín de grava, que impresiona bastante, no había mucho barullo, bien. En la parte de atrás del templo, hay una fuente, que, sin dejar de caer agua, está siempre llena hasta el borde, pero nunca rebosa (o nunca rebosaba, la cambiaron de lugar, y ya no funciona muy bien). Estuvimos bastante rato allí, sentados viendo las piedras. Luego dimos un paseo por el jardín, y cogimos un bus hacia la estación de Kyoto para comer algo.
No tenía muchas ganas, me apetecían muchas cosas, pero no podía, y Jesús, cuando está cansado (y ya llevábamos una pateada buena, alrededor de las calles de la universidad) tampoco come mucho, así que nos dirijimos andando hacia Sanjunsanjendo, a ver si de camino encontrábamos algo de comer, cogimos unos bentos en una tiendita de comida preparada (casera) y nos fuimos a la sombra, a la orilla del río. Yo me cogí uno que parecía que tenía poco arroz (mentira, estaba camuflado debajo de la tortilla) y Jesús de shushi. Casi no comí.
A Sanjunsanjendo. Jo!! es impresionante!!!! me pasó como cuando ví la Alhambra, me sobrecogió. Todas esas estatuas, la penumbra... es un edificio larguísimo!!! en el pasillo de detrás de las estatuas, hay un mini museo. Allí, hace años, se hacía un concurso de tiro con arco (como lo que vimos en Kita-Kamakura), te pones en un extremo del pasillo, miras al fondo... y.... no te lo acabas de creer. Además, la madera está destrozada de las flechas.
El exterior del templo también es muy agradable, es bastante diferente, no es jardín boscoso, es más bien duro, con zonas verdes. Diferente.
A esas alturas del día y con lo que habíamos andado (en Kyoto las distancias engañan muchísimo) estábamos muertos. Jesús votaba por volver al hotel, yo tenía ganas de más. Así que, decidimos tirar andando hacía el norte, cruzando el río, a ver si llegábamos a tiempo de ver Kiyomizu-dera, que cierra más tarde que ninguno, con la idea de coger el primer bus que nos acercara.
Al final, llegamos andando hasta el templo ^^, subimos por la calle de detrás. Las calles que rodean este templo, a mitad de ladera en una colina, mantienen los edificios de estilo antiguo, son muy bonitas, llenas de comercios artesanales, merece la pena pasear por ellas. Llegamos al templo y aún teníamos hora y media para visitarlo. Impresionante. Las vistas de la ciudad son de increíbles, si la bruma lo permite. Estuvimos en el famoso balcón con su superestructura de madera, realizada al estilo japonés, sin usar clavos, y dimos un paseo hasta la fuente de los tres caños. Por el camino, ladera arriba, hay una especie de cementerio (creo, no lo explicaba en inglés en ningún lado) que me impresionó bastante (me gustan los cementerios), todo el monte estaba repleto de plaquitas de madera escritas. En la fuente, bebimos agua de los caños, y ya empezaron a cerrar. Salimos tranquilamente, haciendo fotos, paseando a los pies de la estructura que sujeta el balcón, sería maravilloso trabajar en japón en rehabilitación, lástima que no se japonés, si no, buscaba una beca para irme allí.
Para volver a la ciudad, bajamos por la calle de acceso al templo, la principal. Esta está llena de tiendas de recuerdos y de tiendas de artesanía. Hay muchas tiendas de abanicos (verdaderas maravillas), de cerámica y de objetos de fundición (teteras), estaba casi todo cerrando ya, pero aún compramos algún recuerdo.
Aquí fué donde tube un fallo del que aún me arrepiento, no me di cuenta, al mirar el plano, que si en vez de ir directamente hasta el final de la calle, a la zona principal, hubiésemos girado a la izquierda, hubiésemos entrado en la zona de Sannenzaka y Ninenzaka, que son patrimonio histórico, y por las fotos que he visto, son una de las zonas más bonitas de Kyoto, así que ya sabeis, cuando bajeís de Kiyomizu, atentos a estas calles, que llevan hasta Gión por la zona más antigüa y que mejor conserva la esencia de Kyoto.
Bajamos andando hasta el hotel, y de camino paramos a cenar carne, carne de verdad, entramos en una hamburguesería en Karasuma-dori, la habíamos visto la noche anterior. Nada de mcdonals ni marranadas de esas, no, hamburguesa de verdad, hecha en el momento para cada uno. Como en casa, vamos, la carne picada, especiada y a la plancha. JO!!! que pedazo de cena!!!! con lo que nos apetecía un cacho de carne de la buena!!!. Eso si, en vez de patatas fritas, el acompañamiento eran brotes de soja. Curioso. Te la sacaban en un plato de fundició hirviendo... un auténtico lujo de hamburguesa, si señor. Ahí comprobamos que los japoneses no saben comer sin arroz. Llegó un cliente, japonés, y pidió la hamburguesa. Con ella le sacaron un cuenco de arroz enorme, pues bien, partía la hamburguesa (no se como, pero lo hacía con los palillos) y cada trozo, lo depositaba sobre el arroz, y para adentro con cacho de arroz. Con lo buena que estaba sola consigomisma!!!!. Terminó en dos minutos y se fué. Nosotros estuvimos como media hora zampando, con calma, disfrutando del momento ^^.
Llegamos al hotel muertos muertos.
Quedamos con Mary y con Jose, al día siguiente, para desayunar de verdad (cafecito con leche y bollería) y marchar a Okayama.
Proximo día: Okayama-Himeji-Osaka-Kyoto.
Fotos del día 22
lunes, 8 de septiembre de 2008
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